De noche, nuestra capacidad visual se reduce hasta el 20%. Y esto empeora si además nos deslumbran las luces de otros vehículos. El deslumbramiento se origina cuando en el campo visual aparece una fuente luminosa de brillantez superior a la de la iluminación general. Es entonces cuando se produce una contracción máxima de la pupila y molestias visuales transitorias como lagrimeo, parpadeo frecuente y pérdida momentánea de la vista, también llamada “agujero negro”, en especial si los ojos están adaptados a la oscuridad.
Esta luz directa a los ojos provoca una situación crítica y de peligro, ya que el conductor debe recuperar su visión normal de ese momento de ceguera momentánea mientras sigue conduciendo.
Situaciones frecuentes de deslumbramiento
Existen principalmente cinco situaciones en las que podemos sufrir deslumbramiento mientras conducimos.
Túneles. Hay que tener mucho cuidado con los contrastes lumínicos en las salidas de los túneles o tramos oscuros similares, como las arboladas. Para reducir el “golpe” de luz en la salida, utiliza las gafas de sol o baja el parasol. Puede ser aún más brusco después de un tramo prolongado “a oscuras”. Durante todo el tramo, adapta la velocidad, respeta el límite y mantén una distancia de seguridad adecuada para evitar el riesgo de alcance con otros vehículos.
De noche. En condiciones de baja iluminación aumentan las probabilidades de resultar deslumbrado. La luz directa e inesperada de otro vehículo, en un cambio de rasante, una curva o un giro nos puede cegar. En estas situaciones, evita mirar directamente a la fuente de luz y utiliza la línea del borde derecho de la calzada como guía. Circula con precaución durante la salida y la puesta del sol: pueden ser momentos críticos.
Cambio de luces. En carretera, de noche, evita deslumbrar a otros conductores cuando uses las luces de largo alcance, cambiándolas por las cortas antes del cruce con otro vehículo. Si esto ocurre en curva, el conductor que circula por el interior debe ser el primero en realizar el cambio de luces para no deslumbrar. Igualmente, ten precaución de no deslumbrar a los peatones si estos circular por el arcén.
Reflejos. Cuidado con los deslumbramientos indirectos, el reflejo de la luz en las fachadas de edificios o en las lunas de otros vehículos también puede provocar una ceguera súbita e inesperada. Si prevés estas circunstancias, ten a mano las gafas de sol, despliega la visera y evita mirar directamente.
Por la espalda. Nuestros retrovisores también pueden deslumbrarnos cuando reflejan la luz que llega desde atrás, ya sea del sol o de otros vehículos con los faros mal regulados. Los espejos pueden incluso multiplicar el deslumbramiento de reflejos procedentes de diferentes puntos.
Cinco consejos para evitar los deslumbramientos
Gafas de sol. El uso de gafas de sol polarizadas y con cristales de color azulado es recomendable cuando se conduce con el sol de cara, ya que contribuyen a evitar deslumbramientos. Guarda unas gafas de sol de repuesto en el coche.
Parasoles. Las viseras parasol de los coches son para momentos puntuales de gran deslumbramiento. También pueden colocarse sobre la ventanilla de la puerta para evitar los deslumbramientos laterales. Cuando no te haga falta, vuelve a plegarlas, ya que reducen bastante el campo de visión.
Paradas de seguridad. Si conduces muchas horas con alta luminosidad o con sol de frente, realiza paradas más frecuentes para descansar: la exposición prolongada a esas condiciones aumenta la fatiga visual.
Cristales limpios. La suciedad reduce notablemente el campo de visión y la visibilidad para el conductor. Mantén limpias las lunas del coche, especialmente las delanteras y traseras: cuando circules a contraluz, las manchas y la suciedad producirán un efecto difusor que multiplica el deslumbramiento.
Cuidado con la velocidad. Si no ves bien, mejor circula más despacio. En situaciones de deslumbramiento disminuye la velocidad. El exceso de velocidad, añadido a la visibilidad reducida, forma una combinación que puede causar accidentes de tráfico.